Pranto de Maria Parda

Se había trabado la cerradura que da paso mis abducciones, esa búsqueda de facetas, caras de aquella moneda que por un lado expresa angustia y perplejidad y en el otro posibilidades intelectuales de los idealistas en sus tiempos.

Actor Lucas Ares en «Llanto de María Parda», de Gil Vicente. Dramaturgia y dirección de Álvaro Nogales Fotos ©Erica M. Santos. https://www.clasicosenalcala.net/2022/obras/1147-llanto-maria-parda.php

Pensaba en Borges. Entre esa trabazón de ideas, encontré un poema bufo: Pranto de María Parda”. Este texto del portugués Gil Vicente saltó al escenario 500 años después. Lo bufo, épico y avinagrado ve llorar a algunas mujeres como a las magdalenas no arrepentidas entre una negra y mala sombra que les nubla sus maneras de sentirse en la vida, como lo define Robert Batra de la Universidad Autónoma de México.  

Maria Parda en ese año de 1521 y otros años ve cerradas las tabernas:

Calle de la Amargura/ ¿Cuándo te nació esta pasión por las cerraduras? / Cuando voy por ti, calle mía,/ todos los pedos que dejo/ son suspiros de saudade/ y esa ventosidad sopló/ en mi nacimiento.

Los vientos generados por el vino, eran considerados por teólogos y filósofos, durante el Renacimiento, como uno de los hálitos más esenciales del humano porque expresan una misteriosa relación entre el alma y el cuerpo. Ventosidades entendidas como el famoso pneuma, sustancia sutil y misteriosa hasta la divinidad, que recorría los canales del cuerpo y olorizaba las sensaciones corporales como una percepción comprensible para el alma. Pienso profanamente en la energía que magnifican los chacras en la tradición oriental.

Aquellas creencias machistas, para el autor Gil Vicente, en Pranto de María Parda, simbolizan los años malos cuando ella, mujer y alcohólica, no tiene sitio en la ciudad. Quinientos años después en la memoria mítica esa mujer aún no tiene sitio.  Con su garganta seca por su sed de vino, Maria Parda lo busca en las tabernas cerradas y todas las calles de Lisboa.

Su gran tristeza es la saudade, nombre portugués de la melancolía. Una Saudade vagabunda por las calles de Lisboa donde ella no percibe a la ciudad hambrienta y acosada por la sequía. Solo le acosa la sed del vino.

En otro verso, la borracha miserable encarna la crítica contra especuladores, mercaderes y usureros y la corrupción en Lisboa. Allí María la Parda representa el ritual de la taberna con la ebriedad colectiva, la fiesta callejera y el amor libertino:

¡Por los pezones de mis pechos!  En el barrio del Espíritu Santo estaba el nido al que yo volaba: un claro vino rosado ¡Oh, mi bien rosado amor, ¡quién pudiera dar un grito!

Gil Vicente trae en estas coplas el ritual religioso, lo cristiano y pagano que en la taberna exalta las antiguas ceremonias que estimulaban la borrachera para celebrar a Dionisos o a Baco. En el cristianismo invocan el simbolismo del vino como sangre de Cristo. Expresiones de un ritual de pasaje, fiesta o ágape; lo que es goce y transición a la transgresión, así idealiza una activa condición, sea del relajamiento de las normas y los hábitos o la entrada a la luz con bienaventuranza. Un contrapunteo pagano y cristiano que evidencian estos versos:

Oh bebedores hermanos ¿de qué nos sirve ser cristianos, cuando Dios se lleva el vino?  Año triste tan mezquino ¿por qué nos quieres paganos?

El Lamento de María la Parda, trae una escena ritual en la formulación del testamento, se expresa en un burlesco tránsito a una nueva vida. Los curas borrachos celebran a las mujeres tomadoras y a las huérfanas casaderas, pero condenan a quienes fabrican los vinos malos y a los frailes que ofrecen misas secas. En el testamento, el Lamento de María se referencia con el viaje del alma encomendada a Noé, el patriarca y santo patrón de los borrachos, con el deseo de que su cuerpo tenga por ataúd una barrica, simulación del arca. Su alma en el cielo no cede su propia sed virtuosa de la tierra, la sed etérea va consigo. Un cuerpo empapado tantos años con vino, ha contaminado a su alma y sufrirá una sed eterna; sequía y saudade, hasta la resurrección de los cuerpos que le devuelva los jugos fermentados del vino que necesita.

Vientos y vinos de María la Parda

Cuerpo corruptible es incapaz de enviar sus signos al alma. Sólo la sustanciación sutil del pneuma, ese viento etéreo corporal con signos comprensibles por el alma: lenguaje fantástico porque los efectos del vino consagrado e idealizado, tenían consecuencias infinitas y cósmicas. Pneuma que poseía el misterio traductor del lenguaje con que el cuerpo y el alma se comunicaban. Un misterio que atormentó durante siglos a los pensadores. Aún en el siglo XVIII, Kant trató de resolver ese enigma que tanto ocupó a Descartes y en María la Parda el autor lo resolvió con sencillez.

María establece en su testamento que en sus rituales de su entierro los sacerdotes que asistan deberán: «tener tanto aliento / como yo para beber». Sólo los curas borrachos podrán insuflar sus almas de la fuerza suficiente para vivir. Vino que auspicie una acción pneumática intensa para que, con su sagrada fantasía, impulsada por sus vientos somáticos, se compenetre en la sede del alma. ¿Qué más podría desear un poeta de su tiempo?

Toda criatura adulta ha tenido alguna evacuación poética que ha contribuido a su salud. «He conocido a un hombre –dice Swift– que pasó varios días pensativo, melancólico y delirante, y que de golpe se volvió maravillosamente tranquilo, ligero y alegre, después de una descarga del humor corrupto bajo forma de metros excedentes y purulentos». ¿Habrá sentido lo mismo Gil Vicente cuando descargó el Lamento de María la Parda? En todo caso, se burla de una tacaña, Falula, que no quiere fiarle a María un par de jarritas de vino, diciendo:

Dice Nabucodonosor en el Sadrac y el Misrac » Quien se vaya a echar un pedo que lo pare en el trasero» Y dice más, «El que mucho pide hermanita mucho hiede»

Kant continuó la ironía de Swift en sus reflexiones sobre las posibilidades de que los hombres estableciesen contacto directo con los espíritus. Sugiere que los fanáticos visionarios, adeptos del reino de los espíritus –que en otras épocas eran quemados– ahora podrían simplemente ser purgados, y que no era necesario recurrir a la metafísica para comprender los engaños de los profetas, como Swedenborg, sino mejor acudir a los versos de Samuel Butler, el gran poeta cómico inglés, quien explicó cómo las leyes pneumáticas de los aires corporales permitían entender que, según lo cita del solemne Kant, «cuando un viento hipocondríaco se desencadena en los intestinos, todo depende de la dirección que tome: si va hacia abajo, resulta un pedo y si va hacia arriba es una aparición o una inspiración santa».

Gran problema el de los soplos divinos y la inspiración poética, podría resolverse en el ámbito de la anatomía de las rutas internas; sobre todo, con ayuda de las leyes mecánicas que determinan la trayectoria y la posición de los órganos y los ductos que orientan los soplos alcohólicos. María la Parda sabía que los desheredados con sus posturas quieren que los vientos soplen en otras direcciones. Pero esta actitud corporal se la prohíbe la roñosa señora Vizcaína, cuando la rechaza:

Yo no doy el vino fiado Ve con Dios mi buena amiga/ ¿Quieres que te lo diga? / Ni una camisa tienes / Dizque ésta no es hora / de poner el culo al aire / Desángrate: Parda María / hora es esta del ayuno

Behind the scenes | ‘Pranto de Maria Parda’

¡Salud! a Roger Bartra de la Universidad Nacional Autónoma de México. He tomado desde su texto.

8 respuestas a “Pranto de Maria Parda”

  1. De «crepitibus podicis».

    El tema de las flatulencias es materia de la reflexión de San Agustín en «La Ciudad de Dios», donde opina que la voluntad del hombre puede controlarlas, mientras que en su comentario a esa obra Juan Luis Vives opina refuerza, pues esas «dilataciones y compresiones» del vientre son una muestra de que la voluntad humana puede en ocasiones modularlas a su antojo. Montaigne, que había leído la obra de San Agustín y el comentario del humanista español, cita a Vives, discrepando en parte, sobre este asunto teológico tan destacado.

    Más en detalle, un extracto de los que publiqué en la revista «Claves de Razón Práctica» en 1996 en mi artículo «Filosofía y Pasiones»:

    Nos cuenta Montaigne que el obispo de Hipona, para »justificar el poder absoluto de la voluntad» se refirió a un individuo »que podía ordenar a su trasero todos los pedos que quería» (en realidad el santo obispo habla de » extraer de las regiones inferiores del cuerpo sonidos inodoros y armoniosos, parecidos a un cántico»). Y añade Montaigne que »Vives, su glosador, encarece otro ejemplo de pedos armonizados al compás de una rima» . A Vives le gustaba ilustrar las ideas con ejemplos de la vida diaria y citar casos que él personalmente conocía o había oído en su entorno, y lo que textualmente cuenta es que »había un cortesano del emperador Maximiliano y de su hijo Felipe que podía remedar cualquier canción con los ruidos del trasero (crepitibus podicis)». Concluye Montaigne que, a pesar de todo, tales ejemplos no demuestran el imperio de la voluntad sobre el vientre, pues éste no suele ser obediente sino , al contrario, »de lo más indiscreto y tumultuoso».

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    • Ramón, estos ejemplos ilustran con lo que no podría traer con un largo texto. Sorprenden porque nos ilustran acerca de aquellos tiempos y el despliegue de la inteligencia, la visión sagrada del cuerpo y sentido humorístico en las conversaciones de sus días.

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  2. Interesante y divertida historia la de «Pranto de María Parda» En Madrid fue estranada el 29 de Junio en el FESTIVAL IBEROAMERICANO DEL SIGLO DE ORO «CLÁSICOS EN ALCALÁ»-
    *****
    Y ya en otro contexto no quiero dejar de agradecerte tus hermosísimas palabras. Todo un estímulo para mí.
    Yo tambien disfruto leyéndote.
    Un saludo.

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  3. [12:15, 14/9/2022] Wilmar Ospina: Muy bien texto, Guillermo. Me hizo recordar los poemas de Francois Villón.
    [14:15, 14/9/2022] guillermo galo: Que acertado Wilmar:

    Soy Francisco y el nombre me duele,
    nacido en Pontoise, cerca de París,
    y balanceándose al cabo de la cuerda
    sentirá mi cuello lo que mi culo pesa.

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  4. [19:35, 15/9/2022] Académico Diego Firmiano Efe: Don @guillermo galo acabo de leer su texto. Cada vez más aprendo de su prosa y contenido. Los aires corporales siempre tienen su filosofía, depende de donde procedan. Alcohol, flatulencias, o el verbo hecho oratoria. Un abrazo para ti.
    [20:33, 15/9/2022] Academice Diego Firmiano Efe: @Mateo Quintero Usted es un teólogo ramfiano puro, lástima que no siguió la carrera de eclesiástico, sino, sería otro doctor angélico. Abrazos, y buen texto sobre el cuerpo, la materia, el logos, la filosofía, temas universales e inagotables.

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