En lo auténtico de Cali estaba Riverita

Era Cali, décadas de 1950 y 60, un peluquero resaltaba por sus historias míticas, las realidades contadas solo eran propias de Riverita. Legendario en el sector donde nació el gusto por la salsa, allí surgieron orquestas y cantantes populares, él nutrió de imaginación y risas las visitas al perito en el corte de cabellos.

El acontecimiento más real se da con los hechos, la segunda realidad es como los cuentan, diferente la memoria que los asume. Desde historias contadas tantas veces, esta narrativa surgió del mito.

Riverita, el mejor estratega, un mago para cautivar a sus clientes con sus exageraciones. Fuente video acerca de mitos y leyendas de Cali. En la cátedra del Profesor Jorge Guerrero Instituto INSTEl – Fotografía Oscar Torres y Angela Cuenca, Jhoana Pedraza Febrero 2014

Recién llegados al Valle del Cauca, la gente exponía los cuentos de “Riverita”, el peluquero más famoso de Cali, y no era por sus estilos o sus cortes, y no por maricón, sino por fantasioso: entretenía a sus clientes mientras los motilaba con los relatos de sus aventuras, narraba cuando peleó con tres leones y una leona colimocha en su Safari en el África, o su gran fama en algún viaje en verano europeo cuando visitó El Vaticano.

Riverita, dizque vivió su gran momento, cuando presenció un desfile cardenalicio en la vía de la Conciliacione a la entrada desde Roma a la plaza de San Pedro en El Vaticano; dizque allí algún prelado colombiano le presentó al Santo Padre, y “Riverita”, un día después, dizque acompañó al Papa Pablo VI durante 18 kilómetros desde Roma a Castengandolfo. Días después se vio nuevamente con el jefe de la iglesia, el Papa iba en su silla pontificia, alzado en andas por ocho de sus guardias suizos ataviados con ese uniforme pintoresco, diseño de Leonardo Davinci en 1505.

Riverita decía: —el pontífice romano me reconoció entre la multitud, él me invitó y me senté a su lado en el trono pontificio—; entonces con su labia engrandeció su gran momento, la multitud que se agolpaba a su alrededor se quedaba observándolo con asombro, lo miraban, lo reparaban bien, y decían: “¿Quién será ese viejito de bata blanca, canoso y con la blancura hasta en su propio gorrito? ¿Quién?  ¿Ese que llevan allá con Riverita?”.

Fuentes: Vatican News -y – Relatos del Barrio Sucre en Facebook – El Papa Pablo VI y Riverita

Y por sus relatos exagerados y figurantes, algunos clientes le replicaron: —Eso es pura paja, dejá de ser tan embustero “Riverita”—. Él se ponía rojo, detenía la peluqueada, miraba enrojecido de ira al atrevido contradictor y con indignación decía: —entonces váyase a que lo motilen a otra parte— y sacaba al parroquiano de la silla con la motilada empezada. Esta versión la escuché muchas veces en la calle, jamás escuché a algún trasquilado que lo hubiese comentado.

La moda sicodélica trajo nuevos peinados, un joven le mostró uno atrevido en la revista Life, aquella tan famosa por una fotografía de Marilyn Monroe en posición de gata excitada.   —Oiga Riverita, por favor, hágame este corte—. Riverita lo miró, le pareció un estilo muy fuera de la órbita caleña y dijo. —oiga joven, ¿Quién es el peluquero, Usted o Yo? — el otro lo miró con curiosidad —Pues Usted Riverita— Y un silencio corto: —entonces déjeme. Nada de instrucciones, yo sabré como lo motilo. Tranquilo que quedará más atractivo que con ese corte de maricones—. Entreténgase ahí con la foto de la monita y sea macho.

Riverita el peluquero mentiroso, fue uno de los primeros personajes que visitaron nuestra casa en el barrio Boyacá, como los más legendarios del oficio, ejercía oficios de curandero, como lo hizo con mi hermana María Teresa cuando se le descompuso un pie al bajarse de un bus Papagayo, octubre de 1965. El conductor arrancó sin percatarse de que aún descendía Maité, y cayó al pantano donde resbaló y se torció el pie. Llego a casa muy lesionada.

Papá Juan fue a buscar un componedor, el primer sitio que encontró en Santa Elena tenia un aviso aterrador como otro igual en Pereira, “El Bramadero”. Don Efraín Vinazco, tendero del Centro de Cali al lado del Hotel Aristi, le recomendó un peluquero, buen sobandero él; le dio indicaciones con las claves de aquella época; una dirección bugueña, diríjase por la carrera octava hacia donde señala el dedo, siga luego una calle hacia el barrio Obrero y desde la iglesia y una esquina más, a unas seis casas de una discoteca donde dice Merecumbé, y frente a la casa del tuerto más reconocido en el barrio Sucre, mejor dicho, diagonal al teatro Sucre. Encontró el sitio. —¿Aquí trabaja un peluquero que compone a los que se tuercen o dañan? —. Como era la usanza en Marsella.

Resultó eficaz el dato, era Riverita y le pidió el servicio. —Espéreme don Juan a que termine tres motiladas y nos vamos. Yo le arreglo la muchacha.

Publicado en el periódico «El Colono del Oeste» el día 06-09-1879 –   Fuente Amigos de la Colonización Esperanza. En su tiempo los barberos ejercían oficios de curanderos.—.

En medio del dolor Maité, debió escucharle tres cuentos suyos, antes de que el peluquero Riverita se cambiara y adoptara su apropiada actitud de sobandero y componedor de huesos profesional, y le atendiera sentado, al lado su pomada y dos colmillos de un tigre enrazado con león. Dizque lo usaba porque lo cazó en el África. —Siéntese aquí señorita— Con su voz aflautada, le echó el cuento del colmillo mientras la agarró con estirones y masajes a lo largo de su lesión, estiraba más y más. Cuando el dolor más intenso se le activó, ella manifestó que le dolía mucho más, desde el tobillo hasta el pie, cuando Riverita se lo halaba. Él le hacía las sobas con esa pomada verde que le había encomendado un Jaibaná del África, eso decía él muy concentrado en el ejercicio de sus secretos.

Maite con el dolor reflejado en su más incómoda expresión. Para calmarla, Riverita le dijo: —hijita, consuélese Usted misma. Cántese los arrayanes….

Foto de peluquería años 1920, en el blog de peluquería de Ana Cámara. Fuente Museo de la Colonización Esperanza – Lehmann 1546, Esperanza, Argentina. Fotógrafo: Fernando Paillet. Fotografía de Fernando Paillet – peluquería de Armando Gournard 1922 – Banco de imágenes Florián Paucke – La Fotografía del museo Colonización Esperanza en Argentina, evoca aquel estilo del barbero semejante a Riverita, entretenedor y legendario.

4 respuestas a “En lo auténtico de Cali estaba Riverita”

  1. Manito Guillermo. Cuando vivíamos en el barrio Salomia, otra vez papá Juan tuvo que llamar a Riverita en mayo de 1975, porque me caí de la bicicleta de nuestra manita María del Socorro como a las 6. 30 pm y se me salió el tobillo izquierdo. Era tal el dolor que Riverita pidió que trajeran una almohada y me dijo que gritara bien duro y del dolor me desmayé.
    Entonces mandó traer una Pony Malta para que me recuperará. Luego vino varias veces a la casa de Salomia a hacerme terapia con una botella.

    Le gusta a 1 persona

  2. Mi peluquero más recordado es Antonio. Como éramos cinco varones seguidos, él, que regentaba la barbería cerca de la esquina, prefería venir a casa a cortarnos el pelo a todos nosotros de una vez y a una mejor tarifa por niño. Lo recuerdo bajito y corpulento, con su bata blanca y su bigotito. Además así evitaba una invasión de cinco niños en su local y tener que barrer los pelos del suelo.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: