Grano rojo del café

El café llegó por Venezuela ¿por qué gusta tanto?

José Gumilla y el café

Joseph Gumilla

Guayana entonces la tierra de primicias, allí sembraría la primera planta de café en Venezuela, José Gumilla, el jesuita que la trajo – año de 1730-. En su libro “El Orinoco ilustrado”: “el café, fruto tan apreciable, yo mismo hice la prueba, le sembré y creció”.

Iniciaba el siglo XVIII, el marino “Gabriel de Cliu” trajo desde el jardín de las plantas de París unas semillas de café a la isla de Martinica. Gumilla sembró las suyas en tierra próxima al Río Caroní. En el mismo siglo XVIII, hacendados de Caracas trajeron otras de la isla de Santo Domingo a un valle cercano. A principios del XX, había más de 40 haciendas cafetaleras: El Helechal, San José, Nuestra Señora de la Guía, la Hacienda San Bernardino, Blandín y otras.

En 1855, los caficultores de Rubio tenían la mayor producción venezolana y así por años. De 1907 a 1917, Venezuela fue el segundo exportador cafetero del mundo tras Brasil, con buena calidad y prestigio internacional. Entre 1921-1922, el petróleo pasó a primero en exportaciones de Venezuela. El café poco a poco disminuyó.

El reino de Saboya e Inglaterra, eran centros del mercado de café y cacao.

El café de Venezuela era llevado al reino de Saboya. Europa era el gran mercado de importación, Italia lo propiciaba por relaciones entre comerciantes de Venecia con mercaderes del Norte de África, Egipto y Oriente. Desde Venecia su sabor se difundió por ciudades de Europa. Con su primera cafetería en Turín en 1645, esa capital del barroco, imponía un estilo, ese encanto distinto identificó como destino su elegancia y mejores hábitos de consumo. Con los mejores artículos de hogares, los cafés como ambiente de tertulias políticas, negocios y arte en mesas ornadas por los mejores mobiliarios. Esa economía generó industrias avanzadas en el arte de hacer chocolate.

La novedosa mixtura de cacao de la empresa Caffarel, su mezcolanza de chocolate con azúcar y vainilla, marcó el gusto gourmet que atrajo al turismo gastronómico. Surgía una aglomeración de ofertas deliciosas con setecientos productos diferentes: bizcochos, cremas para untar, café en diferentes preparaciones; entre todo ello, la bebida mejor acogida, un típica con base en café, chocolate y leche. Café y cacao ganaron su valor como productos de clase. Las cafés más clásicos ya eran; Baratt & Milano (1854 – 1875), Fiorio (1780-1845), Al Bicerin que ofrecía un típico café con crema de leche, y el Café San Carlo Torino de (1822 – 1903), Strata en 1836 y De Elena (César Pavese)

A Inglaterra llegó el consumo del café a principios del siglo XVI. En 1675 había más de 3000 cafeterías en el país. En Asia, el consumo del café se inició en la India y se extiende a Indonesia. Ahora Indonesia es el cuarto exportador mundial. El café y el cacao generaban un encadenamiento de actividades para grandes negocios: cultivo, beneficio, exportaciones, transporte, torrefacción, presentaciones diversas para el consumo.

En “El Orinoco Ilustrado” (1730) de Gumilla registró siembras de café en la misión de Santa Teresa de Tabajé, cerca de la desembocadura del río Meta en el Orinoco. El segundo testimonio escrito pertenece al arzobispo-virrey Caballero y Góngora (1787) en informes a las autoridades españolas registró cultivos en regiones cercanas a Girón (Santander) y a Muzo (Boyacá).

Crecía el mercado en Europa y se inicia un comercio en Estados Unidos, había ya cultivos en México y Centroamérica. Los primeros cultivos de café colombiano crecieron en la zona oriental. En 1835 se dio la primera producción comercial y se registra que los primeros 2.560 sacos se exportaron desde la aduana de Cúcuta por la frontera con Venezuela. Desde Puerto Santander hasta La Solita se llevaban los cargamentos al puerto de Maracaibo. El ferrocarril del Táchira, terminado en 1895 por capitalistas alemanes, propició las mayores exportaciones de café y cacao.

Alemania aprendió la integridad del negocio, financiaba cultivadores y vías, lo compraba, lo procesaba en sus ciudades y con los años se transformó en el principal exportador sin producir un solo grano.

En esos primeros años, sin una moneda fuerte, los cultivadores usaban los granos de cacao como el medio de cambio, se usaba como el medio de cambio más seguro para las transacciones en Cúcuta y ciudades de Venezuela; quienes mayor grano acumulaban, lo exportaban, y ese capital en café y cacao, lo invertían en importaciones y almacenes con productos europeos exóticos, por eso les decían los cacaos.

El café, con granos traídos por los jesuitas a Martinica, comenzó a cultivarse en la Villa del Rosario por 1803, cuando Pedro Chaveau lo beneficiaba, tanto al café como el cacao también lo sufrían por las plagas que generan crisis biológica en los monocultivos. Gervasio Rubio en el Táchira y Antonio Sánchez Osorio. Por Colón – La Fría. Ese café salía por Encontrados, rio Catatumbo. De Cúcuta – Puerto Santander, en1924 desde ahí a la estación de Orope. Con la llegada de las petroleras, la estación La solita del Ferrocarril fue abandonada en 1920.

El café más sano se establecía en zonas más altas y su cultivo se alejaba de la frontera donde primero surgió el negocio cafetero y cacaotero. Los capitalistas antioqueños y los colonos aprendieron todo el negocio y cuando el poder santandereano decaía el poder económico cafetero se trasladó al occidente colombiano.

https://latiendadelcafe.co/

Unos investigadores en las universidades escriben en sus tesis que no existe certeza sobre las condiciones en que llegó el café a Colombia. Dan los mismos indicios, que los jesuitas trajeron semillas del grano a la Nueva Granada hacia 1730, y las distintas versiones los confunden. Desde aquellos testimonios de la época inicial del café en Santander, cuando se atribuye a Francisco Romero, el sacerdote que imponía durante la confesión a los feligreses de la población de Salazar de las Palmas, a 845 m s n m, la penitencia de sembrar café, se asegura un gran impulso en la propagación del cultivo del grano en esta zona del país. 

La necesidad de un sacerdote de formación jesuita, era consolidar económicamente la parroquia de Salazar de las Palmas y los vecindarios en el camino hacia San Joseph de Guasimal, hoy Cúcuta, con fortaleza exportadora en cacao y plátano y en Jurisdicciones menores con otros pueblos y parroquias.

La iglesia católica impulsaba la economía para crear parroquias sostenibles y con poder.

Indagaciones en todo Santander, datos de historiadores y ancianos de municipios, esas fuentes me han dado razones sobre el papel de la iglesia católica en el fomento de la economía en los municipios y regiones. En aquella época Santander era notorio con el café, el cacao, el tabaco, el algodón y los tejidos, los animales domésticos y especies menores, se fomentaban los gremios locales organizados; comerciantes, ganaderos, cacaoteros, fiqueros, mineros, artesanos y labores de feligreses afines a cada parroquia y comunidades religiosas. Ideales de ahorro y cooperación orientados por misiones y personajes educados por los Jesuitas, influencias de inmigrantes alemanes, en universidades y colegios, se impulsaba la vida económica y social. También idearios políticos afines que no son objeto en este escrito porque también germinaban esas luchas por el poder y el manejo de los territorios que dieron origen a la “Guerra de los mil días”.   

“La insistencia de Gumilla en la exploración y colonización de la cuenca del Orinoco en lugar de preocuparse por su vida dentro de la Compañía de Jesús, en la que alcanzó puestos de la máxima responsabilidad, unida al hecho de la expulsión de los jesuitas poco tiempo después vinieron a minimizar el interés por la obra por él realizada. Y, sin embargo, esa insistencia, entre otras razonas, es la que explica, sin duda alguna, que Colombia posea ahora el 35 % de la cuenca del Orinoco. El principio del Uti possidetis juris que se mantuvo como idea en la partición del territorio español en América entre las nuevas repúblicas que iban apareciendo, resultó fundamental en el trazado de una delimitación algo extraña y, aparentemente, fortuita. La penetración de los jesuitas en la cuenca del Orinoco (José Gumilla, Filippo Salvatore Gilii, Bernardo Rotella y otros) significó, de la misma forma que los capuchinos valencianos en la península de la Guajira, una ganancia de territorio por parte de la actual Colombia, antes Nueva Granada, y una pérdida del mismo por parte de Venezuela. Desde luego, se trataba de una expansión realizada por los misioneros y no por parte de civiles o militares. Pero a la hora de redistribuir el territorio según el principio del Uti possidetis juris (Como poseéis, seguiréis poseyendo), tuvo mucha importancia el hecho de que, tanto los jesuitas del Orinoco como los capuchinos de la Guajira, procedían de la Nueva Granada: los misioneros fundaron poblaciones (los llamados pueblos de misión) pero el poder civil y territorial, seguía a veces al eclesiástico en los territorios americanos.” https://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Gumilla

Canto de recolección de café y cacao. -Yojo- Venezuela

4 respuestas a “Grano rojo del café

  1. Comentario en facebook. D. Firmiano, Don @guillermo galo Buenos días. Se aprende tanto de memorias vivas y ricas como la suya. Esto del café, su historia y arraigo en Colombia, nos sorprende, pues se tiene entendido que los árabes trajeron la planta, y los paisas la posicionaron en el país como bebida de tertulia y de hogares campesinos. Muchas gracias por compartir su texto.

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