Ciento siete diez días del 2022. Pensé en sueños viejos hacia el año 2030, los Objetivos del Milenio. Cómo trastabilla esta base terrestre con países confundidos. El mundo sufre con paperas que amenazan bajarse a esterilizarnos.
Entre países confundidos, en Colombia parecíamos firmes hacia el paso de la pandemia, afrontamos los días grises del paro con la persistencia suficiente para subsanar lo que perdimos, y meditamos en la semana santa sobre los días sombríos con el debate flojo de los candidatos presidenciales sin el país en su narrativa, atrapados en una jerga de afrentas y babas en el porfiado juego entre contrarios. Enmarañados en la ceguera de la verborrea de sus aduladores o sus politólogos.
Sentíamos que el covid-19 era ya un cambio de época. No nos imaginábamos que era un preámbulo para los verdaderos problemas. Estos cien días del 2022 pueden significar cambios más duraderos para la humanidad que la pandemia. Paro y pandemia han encendido una llama de inflación que chamusca con carestía. El temporal lluvioso del fenómeno de la Niña no apaga, impulsa más carestía.
No entiendo las estrategias de los candidatos, no escucho sus enfoques para esta mazamorra. Y afuera el mundo. ¿Y hacia los municipios y regiones?

Otra vez Rusia hacia un maligno poder que muerde territorios tras explosión y muerte, amenaza con puntas de misiles hacia la tierra fría del mar del norte y Ucrania es su pastel de guerra al oriente. Se aplaca en unos países la excitación por el COVID y aún asfixia bajo pieles amarillas en territorio ignoto. Mientras, está excitada la Putin del maligno y Emanuel Macron propone un ejército, colapsa el suministro energético europeo y se arriesgan las metas hacia la mitigación del cambio climático.
Sube la calentura por una pandemia monetaria que parecía calmada, la agita el fuego costoso de los combustibles, la escasez de microchips, la falta de fertilizantes, la logística quebrantada que mal reparte al mundo los suministros.
Y en Colombia alguien propone la vida nueva con una felicidad gratuita, tras un olvido a las culebras que se engordaron con las deudas del erario público que mitigó las crisis de los años 2020 y el 2021. Dizque emitirán billetes. “Las crisis de deuda pública, que azotaron al mundo en los años ochenta de la mano de naciones excesivamente endeudadas y tasas de interés por las nubes, volverán en este 2022, y pueden dar al traste con la recuperación económica de muchos países”. Escribe un experto.

A Putin y su élite de la riqueza, la religión y el pensamiento imperial de Rusia, le dejó la pandemia con añoranzas de poder, quieren regar el mundo con regímenes amigos, ya no serán seudocomunistas sino dictatoriales para recuperar su soberbia imperial. No se si brillen plumas de pavos reales que se muevan entre gallineros de aves cojas y gallos desplumados. No sé si lograrán cerrarles los corrales desde donde sueltan halcones con bombas y explosivos.
No sé si por los lados de este corral nuestro tendremos capacidad de elegir un presidente con una hoja de ruta adecuada para una navegación con timón firme para volar y navegar sobre las complicaciones de un país que flota sobre un mar borrascoso.