Intento percibirme y emocionarme ante mi totalidad, abierta y cegada a veces; la mente mía, ante mi totalidad es fraccionada, sacra y fuego, parte del universo.
Me reconozco como una partícula de su infinitud. Soy parte de su energía y brillo en su continuidad.
Soy persona y en mi mismo soy universo, relámpago del cosmos que transcurre en mi vida, porque soy una chispa de su estiramiento, un fractal que se fragmenta en fractales infinitos. Soy parte del fractal universal.

En mi fractabilidad formo parte de lo mínimo y soy lo máximo posible en mí, contengo desde lo más pequeño hasta lo más mínimo, soy aquella infinitud incomprensible.
¿Qué soy?
¿Quién soy?
¿Cómo soy?
Existen múltiples respuestas para cuantas comprensiones existan. Se pueden expresar tantas explicaciones de estas cuestiones como visiones tenga el mundo. Esta verdad es tan efímera que no existe, se diluye entre tantas dudas y ante los mejores problemas.
Podría continuar durante millones de vidas como puntos enfilados hacia una eternidad, existencias en la inmensidad de las formas de la vida. Siempre tendré múltiples preguntas.
En la cima del cerro de Tatamá, me preguntaba mientras me saludaba el caos de su neblina, cerré mis ojos, sentía ruidos lejanos de mares, desde el Océano Pacífico sus aguas me llamaban con sus demostraciones diluidas entre las olas y su temperatura salobre. El aire susurraba las mismas dudas que seguían en mí. Me respondían con sus cantos los pájaros que nos muestra Julián Zuleta en sus excursiones.

Como universo mi energía, esa que soy, la que siempre está en mí, la que es en mí, tantos millones de años la componen que nado en dudas sobre dudas, fluctuaciones en ese cultivo de realidades desde donde siempre florecen nuevas dudas.
La energía de mis dudas es mi razón vital. En las noches recobro la cercanía del mar, estrellas y firmamentos. Realidades que se transforman cada vez cuando un científico acerca una explicación, su demostración y sus razones, para que nuevamente duden él y los otros y continúe la búsqueda científica y filosófica.
¡Qué búsqueda infinita!

Los sabios encontraron en el conocimiento matemático aquel modelo sistémico, fundamental, en que se manifiesta físicamente la naturaleza de todo el universo reconocido. La matemática es el conocimiento base que nos lleva a las otras preguntas.
Me pregunto en las tres dimensiones del espacio y mis interrogaciones se deslizan en aquella dimensión temporal que apenas alcanzo a vislumbrar.
Los sucesos de mi vida transcurren en tantos tiempos que se me confunden en una sucesión de instantes que forman parte de infinitos ratos, infinitos instantes que son parte de mi instante universal más complejo entre la infinitud de siempre.
Soy tiempo que no existe y no lo miden mis años frente a las medidas del infinito. También soy infinito, la vida es continua: nace, crece y se recrea desde el polvo del cuerpo que se transforma.

Mi vida es un instante en su dimensión infinita hacia la duración vital del planeta donde habito, esta tierra mía que ha resultado del estallido de una estrella, persiste su explosión con tanta fuerza en mí, que, me atomiza, me fracciona entre el carrete contenedor del hilo cósmico de mis dudas, fracciones de dudas multicolores y mis preguntas grises.
Navego entre aquella claridad con espacios oscuros que favorecen la divisibilidad que conforma el microcosmos que soy y está en mí.
Soy células, moléculas, partículas, más y más pequeñas que comparten su red en mi vida, aquella energía que de la que estoy hecho, la que me recrea y me disuelve, en ella soy parte del universo.

Soy átomos, moléculas, órganos, sistemas de mi persona y del universo en mi infinito potencial, “infinitud potencial que presupone la existencia de mi infinito actual”, decía Geog Cantor, pionero en el estudio de fractales.
Con la ansiedad que escribo ahora, aquella totalidad que intento escribir, recibe luces que me llenan de más interrogantes. Cuando pienso sistémico, me vislumbro entre las partes del sistema universal y su unidad organizada que también me contiene en el caos.

Soy inmenso, contengo multitudes, recuerdo de nuevo a Walt Whitman, “Me despojo de lo conocido. Lanzo conmigo a todos los hombres y a todas las mujeres a lo Desconocido”. Al vivir este día merezco vivir en otro día, también en infinitud en la descendencia, porque provengo de dos mil generaciones hasta ahora reconocidas.
Me asombra aquel fractal que demuestra el árbol genealógico de la humanidad, estudiado por Wuilder Whons.
Soy hijo de los habitantes más antiguos desde Asia y Oceanía, africano y sudamericano, Papúa y Nueva Guinea, también provengo desde los neandertales y los retazos de su genética antecesora.
Procedo de un material genético fantasma de homínidos arcaicos y de especies aún desconocidas. Con razón vivo la intensidad de aquellos momentos cuando me desconozco a mi mismo.

2 respuestas a “La búsqueda infinita tras mis dudas”
Profunda reflexión. Yo pienso que soy, que somos una gran interrogación. La gran pregunta. Salud.
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Uno escucha noticias, lee los comentarios y columnas de opinión, estudia y descifra los decires de la gente en los buses, desde ese caldo medita y contrasta su vida en el mundo real. Luego se aleja y regresa a su interior y a la vida universal. Uno también camina con los pies en el aire y se golpea. Gracias por tu comentario.
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