Decía Tejadita. Gatúbela madrugó a engatusarme con admiración y simpatía. Había leído sus cosas y se extasió cuando habló con la mujer madera, decía ella. He visto tus bocetos de gatos. Corría tras ella como gato y la seguía a hacerse un oso y mirar el mundo de otra manera. Ella le llevó a su mundo gatuno.

Me transportó a su mundo; dijo, vimos egipcios antiguos con sus gatos, son sus seres divinos. Hablamos con su diosa Bast (Bastet) con su cabeza de gata.
Gatúbela orgullosa y enojada. Al despertar encontramos un gato muerto en un andén hacia San Antonio. Mirá este tiempo, estamos jodidos; dijo, no amamos, ¡vamos a sepultarlo! Y la acompañé a llevarlo por el camino de su tiempo hacia ciudad Bubastis, otra vez Egipto antiguo, allí hallamos un cementerio con gatos momificados. Lo dejamos. Le esperaremos en las dimensiones de otra vida.
En otra cuadra por Bretaña se incendió una tipografía hace tres noches, una amiga había auxiliado a un gato, se salvó cuando saltó a otra azotea; el pobre ahí, encerrado. Los bomberos creyeron que traía mala suerte.
Gatúbela me narró de su historia y Herodoto: los egipcios en un hecho como este; lo primero, salvar a los gatos, luego lo que se pudiera. Si alguien mataba a uno de ellos, era condenado a muerte.

Me gusto esta Gatúbela historiadora, me llevó a sus noches y leyendas de la Edad Media: mírame aquí tan incógnita, sola, ni una gata más en esta calle, ya no me vinculan con brujos, ni con hechiceros, a los gatos nos tenían miedo. Quisiera ir con ella a la tierra de los Celtas, retroceder más tiempo en siglos para entrar por sus ojos gatunos que son puerta al reino de las hadas.

Tejadita en aquellos, días metía toda su alma en sus gatos. Dejó esperanzada a la mujer madera. Su gato preferido quedó instalado por los lados de Normandía en la rivera del rio Cali. Cautivó a los caleños. Se le arriman, los seduce, los deja atónitos y hasta se llevan una fracción de esa alma gatuna a sus casas; sin saberlo, la dejan con sus calorías en cada mueble donde se sientan. Desde ahí salen sus almas a divagar hasta encontrar a algún gato agobiado que las acoja.
Algún día le llevaron novias creadas por artistas al gato de Tejadita. Es otra historia que le dejó Gatúbela en un sueño a Alejandro, él sobrino del artista. Las gatas querían estar ahí, Gatúbela llevó imaginaciones a los artistas pintores y por eso los caleños aman a los gatos igual que ellos a sus gatos.
Alguna vez escuchamos en la orilla del Rio Cali que alguien hacia sonar una flauta cuya melodía se entonaba con almas de gatos, los oídos no lo captaban, pero las emociones si estaban a tono porque ellos también la llevan en el laberinto de su hipotálamo. Desde allí portan su alma a sentir su territorio.


Alma de gato llevan: los animales del Parque del Perro, la zarigüeya de Unicentro, las iguanas del Parque La Hacienda, los gallos del barrio Belalcázar, las tórtolas de los semáforos en el paraje de Cien Palos, el pájaro amarillo que se posa y canta en las flores amarillas de las acacias en la Calle Quinta, el loro pico largo de San Antonio, los patos del lago en Cauquita, las ardillas del Ciudad Jardín, las palomas de la Calle Quince que se vuelan hasta el cerro de Cristo Rey y las garzas del corredor del ferrocarril. Búhos, iguanas, babillas, tortugas, guatines, peces, sapos, lagartijas y todo tipo de animales conviven con los caleños en su ambiente lleno de árboles. Todos con almas de gatos.

Charles Baudelaire
EL Gato En mi cerebro se pasea, Como en su casa, Un lindo gato, fuerte, dulce y tibio. Cuando maúlla se le oye apenas, Tan tierno y discreto es su timbre; Por más que su voz se apacigua o retumba, Es siempre rica y profunda. He ahí su calidez y su secreto. Esa voz, que brota y se filtra En mis fondos más tenebrosos, Me llena como un verso numeroso Y me regocija como una pócima de amor. Ella atenúa los más crueles males Y detiene todos los éxtasis; Para decir las frases más largas, No necesita palabras. No, él no es el violín, instrumento perfecto, que muerde mi corazón, pero hace, más regiamente, Sonar su cuerda más vibrante Que tu voz, gato misterioso, Seráfico gato, gato extraño, En quien todo es, como en un ángel, Tan sutil como armonioso. II De su piel rubia y morena Brota un perfume tan dulce, que una tarde Fui embalsamado por haberlo Acariciado una vez, sólo una. Es el espíritu familiar del lugar; Juega, preside e inspira Todas las cosas de su imperio; ¿Puede ser un hada, un dios? Cuando mis ojos son atraídos, como por una amante, hacia ese gato que amo, Se vuelven dócilmente Y me veo a mí mismo. Miro con sorpresa El fuego de sus pálidas pupilas, Marchita claridad, ópalos vivaces, Que me contemplan fijamente. Versión de Antonio Cajero |
2 respuestas a “Ciudad con alma de gato”
¡¡¡Miau!!!
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These kitties are beautiful
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