Fui maestro rural en la escuela La Estrella en 1964. Compartí momentos con el Negro Márquez de mi vereda Jordania – Apía. Moreno, buen bigote, patillas risadas y pinta de gitano. Compañía de la enfermera con su vida elemental, a veces profundo.
Se perdía en las trochas del cafetal al regreso de llevar la vaca a su potrero, se regocijaba al atardecer con su porro marihuano, prendido y delirante, se dilataba en sus momentos contemplativos a los pulsos de la vida, los movimientos de la sabia de las hojas de plátano, el crecimiento lento de la celulosa que estira las ramas de los árboles de un nogal, el ruido de un motor que lleva pasajeros en la carretera de Pueblo Rico.
El plano orbital de la luna está ligeramente inclinado con respecto al de la Tierra, ello crea el llamado efecto de oscilación. La NASA trató de tranquilizar al público: «No hay nada nuevo o peligroso en el bamboleo”. Crédito…Dave Sanders para The New York Times
Alguna noche miró la luna desde su dimensión dilatada del tiempo, la notó en un plano orbital nuevo e inclinado respecto a la tierra, la observó, calculó y detalló esa tenue diferencia, miraba, meditaba, conversaba y repasaba sus movimientos oscilantes y contemplativos; más despacio aún, percibió movimientos pendulares.
Ufff… inhaló con cultura cannábica y el humo lo transportaba en una flotación sobre un mar de nubes. Su sistema sanguíneo bullía lento, su cabeza oscilaba con los movimientos de la luna. Por allá están en una pelea de brujas siderales y su oscilación altera las corrientes del mar con su fuerza gravitacional. Me dijo. La marea alta en los años que vienen va a estar tremenda. Sigue las noticias.
Transcurrieron años hasta el tiempo actual, los científicos de la NASA expresaron en un comunicado: es más como un bamboleo y más como un ciclo lento y predecible. Se espera que el movimiento cause inundaciones acá en la tierra en la próxima década.
Aquella oscilación que los humanos desconocíamos hace siglos, la comenzó a notar cuando el humo se introducía como gas helio en los pulmones del negro Márquez y liberaba sus componentes. El aumento de las temperaturas provocado por emisiones de gases, como el humo del porro del negro Márquez y los pedos de su vaca, con su efecto invernadero, no son la única causa de inundaciones y mares agitados que arrasan sus costas.

Hay algo nuevo exclamaba el negro mientras un ritmo lento y constante, oscilaba entre sus tripas, lo agotaba con cerveza para hacerlo nadar en su mareo de nuevas oscilaciones que la luna también transmite al mar. Alguna vez subiremos a las lomas del Cerro de Tatamá y podremos ver un Océano Pacífico más cercano.
Después el negro comenzó a filosofar. He pensado en esta hierva cannabis, planta que se cultivaba desde hace 12.000 años, me sueño entre la traba de hace 4000 cultivándola en Asia con alguno de mis antepasados, un descendiente de un homo erectus que llegó del África al Asia. Me sueño comiendo arroz adobado con ramitas después de amansar esta yerba.
Y por esos días recuerdo esa conversación del negro Márquez, cuando un grupo de biólogos y otros científicos sugieren que el cannabis sativa fue domesticado por primera vez en el oeste de Asia y que todas las razas existentes provienen de un acervo genético ancestral de variedades silvestre y cultivadas que crecen actualmente en La china.
El día cuando el Negro Márquez me ofreció aspiraciones de su porro me había invitado a una cabalgata. Él montado en una yegua blanca preciosa, mona zarca, cuyos ojos tenían la retina blanca, no negra como todos, un animalito nocturno que poco veía en el durante el día, se tropezaba y daba tumbos porque la enceguecía la luz. Yo en un potro flaco que me prestó un alumno, caminaba también a trompicones. Parecíamos don Quijote y Sancho Panza en escenario de otro tiempo. Cuando la traba hizo efecto en mis sensaciones yo sentía que volábamos en como jinetes celestiales, cada cual en su Pegaso.
En medio de ese viaje el Negro me ofreció en venta su yegua. Me enredó en un cambio en el que le encimé dinero. Ese fue el negocio, el más pésimo en mi vida y aprendí de ese episodio.
Al martes siguiente me llamaron a reunión tres ancianos líderes de la vereda, don Victor, don Isaac y don Pedro. Me preguntaron por la experiencia con la marihuana y las andanzas con el Negro. Me aconsejaron sobre el manejo de la yerba. No puede ser un vicio, tampoco el cigarrillo y los licores. Así siempre los recuerdo.
2 respuestas a “Bamboleos entre la yerba y la luna”
Toda país ha de tener una planta.
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Luis. Cada país con sus aves emblemática, sus locos y sus cuerdos.
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