
Nuestra palabra se explica con emociones, sabemos decir mentiras que parecen verdades y estamos al corriente para proclamar la verdad en el momento justo, le recordaron las nueve musas a Hesíodo en el año 700 A.C mientras apacentaba su rebaño en el monte Helicón.
Amo y me aterran las palabras. Desde aquellos tiempos cuando los guerreros tenían como pareja a sus muchachos aprendices, existen relatos que interpretan con máximas breves y a veces extrañas sus mediaciones espirituales.
Nada permanece. Todo fluye.
Hombres había que meditaban para conocerse a sí mismos, entre noches y días de guerra, en invierno y verano, vivían sus relaciones amancebadas con sus jóvenes varones, mientras sus perros ladraban; así esa relación entre guerreros, con su memoria transactiva para su cooperación, su fuerza colectiva y el estudio de todas las cosas; esas guerras suyas de hombres en la lucha con otros que morían y las mujeres solas.
Así se originaban sucesos nuevos en ese mundo complicado, porque sin esa unión de fuerzas de colisión su fuego no avivaría sus razones, sus soles diarios no serían nuevos y los dioses no traerían abundancia con más guerra y paz y nuevas formas del hambre que impulsaran otras formas de lucha. Así me forme la imagen que describe Irene Vallejo sobre los tiempos de Alejandro Magno, en su ensayo «El Infinito en un Junco»
El joven subyugado con la valentía del héroe o general, le servía al comandante o superior, piel a piel con sus afectos y efectos.

‘Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acostumbrarse a constantes cambios’. Confucio
Aún muchos reconocen en la guerra el motor de la economía. Nuestro tiempo también nos enseña lo que decía Heráclito hace 2600 años en la frontera entre Grecia y Anatolia, hoy Turquía, aquella población mezcla de sangres y culturas hereditarias de oriente y occidente.
Sangre y pieles semejantes a nuestros países donde las migraciones siempre bullen norte a sur, este al oeste, en permanentes viajes de idas y regresos con amores y aventuras fértiles, cortas o contrariadas que dejan su rastro y su carácter; como también, conflictos que atizan los señores de la guerra, los hechos que reproducen esa demanda que hace de sus problemas bélicos el motor impulsor de la producción de armamento; los grupos enfrentados y el vacío entre los contrarios, es ahí donde ocupan su lugar los negocios del vicio y la corrupción, se financian con drogas y asuntos ilícitos que son la economía de la guerra y algunos mencionan con la economía de la paz.
Cuando estudié estas cosas encontré la brecha de aquella contradicción que me causaba “la comunidad del anillo”, aquel secreto del honor militar que causó escándalos y tumbó al general Palomino en la policía nacional colombiana hacia el año 1986.
El vestigio de esta diáspora donde se zarandean los pueblos, mezcla de sangres y culturas, tiene marcas con abolengos rancios y apellidos de esclavistas, una revoltura de mujeres y hombres que fueron objeto de la guerra y mercancía, en el trabajo y el sexo. Algunos alaban a sus impulsores como los más grandiosos en los libros de su historia, los elevaron como príncipes y las publicaciones o medios de esta época enlazan los negocios de los patrones para vender sus chucherías cuando mencionan de manera efímera sus estilos de vida a los que quisiéramos acceder como caudillos con caballos o automóviles, los cachivaches de la moda. Hay divas y periodistas de farándula que escriben bellamente esas libertades que muchos no pueden ejercer.
Heráclito, el enigmático y oscuro, como lo mencionan algunos, a quien asombraron las contradicciones sobre las que escribió máximas bellas y breves; reconocía esta tensión siempre real que se vislumbra en la lucha de contrarios; ahora, el trasnochador más sensato y el soñador, el avivato tumbador y el timado que mata por envidia, la desazón y la codicia, las pasiones y tensiones por ser más hembra o más varón, de libertades en su personalidad o diferentes.
Cuando llegó el tiempo del virus algo se confundía, la amenaza los enfrenta en su ceguera, funcionan organismos de salud que curan mientras las otros matan o torturan con esa lenta espera de atención, aquella tensión entre la salud y los negocios tras la ley de seguridad social, mientras la enfermedad persiste con pastas e inyecciones y las emociones descuadradas somatizan la vida.
Así los inmortales se murieron. Y en el camino surgió un predicador cuya palabra abría las hendijas de un cielo por donde aparecería Jesús por una segunda vez como un pregón eterno de sanaciones y perdones, mientras las palabras abrían esa esperanza las mentes se oscurecían hacia el momento cuando sus bolsillos repletos lo desaparecían.
Nada permanece, todo fluye y no nos bañaremos dos veces en la misma agua que pregonaba Heráclito y nuestras vidas ruedan, peligran, se ennoblecen, cantan y gritan en las calles de la ciudad donde se vive del consumo entre las pequeñas cosas. Nos maquillamos, se pusieron de moda los tatuajes, nos teñimos el pelo.
Recuerdo a Aline: “Los Manoki nos pintamos cuando estamos felices”, cuenta Aline: Nací, indígena de la etnia Manoki. Para su cultura, la tintura en la piel es símbolo de identidad y de espiritualidad. También pueden ser bellos y simbólicos los símbolos de hoy, amo los peinados africanos y la rebeldía del punk.
Se vive la lucha de contrarios en la calle con las bandas del microtráfico y los negocios torcidos, entre los políticos izquierda y derecha e incluso el centro, con doctrinas deslucidas para el tiempo que vivimos, con un norte difuso y confuso, mientras en la travesía y en las zonas sin estado acampa y ronda la muerte, la enfermedad que hizo amable la salud y las políticas que la transformaron en transacciones del mercado donde pregonan que existe una mano invisible que lo transforma todo y lo compone, algunos lo interpretan como dejarle todo a Dios.
Recuerdo a María, su hijo drogadicto y soldado profesional salía de los bosques de la guerra y se metía en una traba de siete semanas, regresaba al cuartel y se pintaba con su máscara de guerrero y a la vuelta la otra intensidad. -María, ¿Qué vas a hacer con tu hijo?.. No puedo más con él, decidí entregárselo a Dios. Aquella noche lo apuñalaron en la calle.
Mientras eso los otros piensan: será el Estado quien lo transforme todo y los mismos se apoderan del estado para cambiar con mano siniestra todo. Mano izquierda y siniestra. Mano derecha para hacer negocios. Vida que nace y se transforma, se envejece y muere.
Traficantes de los misterios de los dioses y el temor a lo desconocido, traficantes de los honores del poder que es un vacío porque jamás se llena, quien lo alcanza tiene en su plenitud una sensación deleznable porque otros quieren quitarlo de ahí, arrebatárselo acribillado por la crítica que se alimenta de su desgaste, su impotencia y sus errores, porque el poder es presupuesto y manejo de nombramientos. Todo esto es fuente de violencia verbal, malos mensajes, sentimientos oscuros, en la lucha de extremos donde las oscilantes se chamuscan entre la tensión de lo insoportable.
Algunos no aceptaron el estado y le cortaron la mano a los ladrones y a su lugar los médicos se la recuperaron.
Mejor pienso en la música.
El dueto es uno de los formatos más íntimos. Dos personas tocando juntas forman y abren un gran espacio donde cada uno pone, transa, recrea y comparte sus ideas, su sonido entre dos es uno solo en la interpretación. No importa si es un dueto o una banda porque, en últimas, lo que importa es el espíritu, la energía que hay entre los intérpretes.
Chick & The Vigil interpretan la melodía de Chick, «Lineage» en MUPA Budapest en 2015. The Vigil presenta a Carlitos Del Puerto al bajo, Marcus Gilmore a la batería, Luisito Quintero a la percusión, Tim Garland a los saxos, flauta y clarinete bajo, y Charles Altura a la guitarra. Chick dijo lo siguiente sobre The Vigil: “Tengo muchos jóvenes y grandes músicos de los que quiero aprender. Realmente mantienen viva la cultura de la música, mantienen esta vigilia. Me gusta hacer muchas cosas, no solo duetos. Me agrada componer, tocar piano, tener diferentes proyectos en los que puedo imprimir diferentes emociones y hacer música, que es lo que sigo haciendo solo, en dúo, en trío o con esta formación de Chick Corea & The Vigil”, contó el pianista durante su última visita en 2014.