Ante mi entrada en Grano rojo «Secretos de Flores Amarillas» Me escribe Ramón Puig de la Bellacasa Alberola: «En Suecia brota como anuncio de primavera la “gulsipa”, los crocus amarillos, que son como chorros de oro que surgieran de un eldorado subterráneo: En las sierras españolas, las flores amarillas de la ginesta y la retama son por su color primas hermanas rústicas de esas que adornan tus lares, aunque no se alcen altivas en sus troncos sobre la feraz tierra de Colombia. Al ser autóctonas de la península ibérica crecen entre roquedales para placer de los montañeros. Por cierto, me encanta eso de la “gambada” (diáspora de tu familia numerosa). Como la gamba en italiano es la pierna y la “gambata” es la zancada, tu blog es la gambada que salta océanos. No en vano tienes apellido de caminante…» Gracias.
Al tibio sol de primavera
es cálido el lecho
de un muelle de tablas
para los cuerpos jóvenes.
Nadie puede inquietarles
si ya marzo
abrió pétalos
y la corriente fluye.
Nada la rosa teme
cuando huye el invierno
y sobre el aire sutil
se alzan altos los cielos.
Cuando abril ya se anuncia
camino cuidadoso
y, sin maltratar los brotes,
me inclino ante las flores.
La primavera incipiente permite ya que, al sol de la mañana, un viejo paseante se siente en un banco a leer su periódico. Entre el canal y el tráfico se extiende el manto de hierba y se alinean los árboles, aún desnudos, del parque que rodea el centro de Gotemburgo,
Han empezado a brotar los crocus y las « gulsippa », pero también brotan en mi cabeza ráfagas de imágenes e incipientes inquietudes. Las dejo caer sobre el papel, y lo que sólo eran gérmenes de pensamiento…
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