Me ha escrito Gerónimo Alayón, escritor venezolano, a quien podrás leer en https://jeronimo-alayon.com.ve/
Gracias, Guillermo, por este hermoso poema a las mujeres de mi tierra y por el vídeo sobre Gabriela Pérez al final de la entrada. Eugenio Montejo, un extraordinario poeta venezolano, escribió un poema que te dejo más abajo, y en el que siempre me ha gustado ver a la mujer venezolana como motivo (valga acotar que «Manoa no es el personaje bíblico, sino la mítica ciudad de El Dorado)».
Ciertamente, cuando amamos a una mujer venezolana (ese es mi caso), amamos a todas, y nos duelen todas. Gracias de nuevo.
MANOA
Eugenio Montejo
No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.
Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.
Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
—siempre más lejos.
Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿Qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.
A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.
https://granorojo.com/2020/11/05/mi-tiempo-con-la-venezolana/
https://prodavinci.com/la-maldicion-de-manoa/
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