A las palabras de una mujer

Yo iba hacia adelante y me hubiese quedado aquí.
Interés por mí mismo, mi narcisismo y mitos.
Y mi fijeza en ella.

Conexión íntima al tiempo detenido, perpetuo y momentáneo.
Me detengo y su vibración me orienta
Y hace entender mi inconformismo.

El cristianismo me enseñó el examen de conciencia
y no me satisface sin la crítica
frente a mí mismo y con los otros.

Sensaciones antiguas sacuden mi perplejidad
me acomodan de frente hacia un sol negro,
un negativo emite líneas de verdad con esa luz
la que debo perseguir y dispersar
el testimonio de mis sentidos para hacerla alumbrar.

Quisiera ser cocuyo.
Desde esas sensaciones, mi vida gira tras sus significados.
Ella es un significado.

En ciertos días pena, tensión, fatiga, tirantez creativa
ante escalinatas empinadas, subí al lado del poder.
Gente me halaba hacia abajo
el poder no era nada, ilusión de estar encima,
cumplir mandatos de otros
oscuridades escondidas y otros
decir lo que querían escuchar en escenarios de circo y de comedia.

Un continuo sin norte, humillación de luz,
empeño en ser tras el tener. Y nada más tener.

Allá en el sur con estandarte de instituciones económicas
los programas sociales que la gente no entendía
el camino lodoso se torcía entre colinas y quebradas,
guardias mujeres para que no me hicieran daño.
Guerrilleros, paramilitares y más grupos armados.
Una mayoría obnubilada entre el juego de las pirámides
tras el lucero de la riqueza fácil en los parajes de la cocaína.

Recordé amigas antiguas, escribí cosas pasadas,
alguna me atraía detenida con su imagen pasada.
Somos pasado desde donde llegamos
sensaciones que nos construyeron,
conmoción que necesito entre estas estaciones.

Uno parte a nuevos rumbos.
Caminos que fueron un paisaje de cruces
promontorios de piedras picudas, desde allí salimos.

Pensé en ella y su tiempo
rescaté las palabras conversadas
entendí sus mensajes,
tenían un peso que no pude levantar y escogí la ruta del silencio.
Me sentía tan pesado frente a ella
no quería arrastrarla hacia un paisaje petrificado.

Me invitó a hablar de nuevo en un recuerdo de portales.
En su verja se enredaron las palabras y me detuve ahí,
en esta fijeza instantánea que me pulsa
que me envía una señal para saber si el cielo es cielo.

Transitado por países y por pueblos,
gente con quienes he tomado muchos vinos,
rones, bebidas que sueltan lengua y pensamientos.
La más antigua prostituta me brindó con su vino
¡Salud!… suero de la verdad, soltad tu lengua.

Mujeres tras momentos irrepetibles
Sensaciones, hablar, escuchar.
Un hombre en este rito y su lado femenino.
La vida es conjunción masculina y femenina
un juego de palabras con ideas que recuerdan,
producen, reconstruyen y recrean la vida.

Tiempo cuando éramos auténticos al hablarnos,
amor y sensaciones diluidas con habla
por eso inventamos nuestras palabras.

Revivida mi comunicación con una amiga,
sorprende, me hizo enviarle palabras antiguas,
también las nuevas que intento enviar siempre,
aún no puedo iluminarlas con un pedazo de arco iris,
llevan algún perfume viejo y un silencio roto.


4 respuestas a “A las palabras de una mujer”

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