Cada persona, cualquiera sea su profesión, debería preocuparse, cada día, por llevar una vida que contribuya a su bienestar y al progreso de la humanidad.
Pero no es así: nos enteramos que los gustos de la tala y la caza clandestina, han colocado a quinientas especies: mamíferos, aves, reptiles y anfibios en peligro, están en los límites de su supervivencia.

Véalos pues, decía Chila Zuluaga, la de Apía que atendía la tienda de la cruzada social de la parroquia, en aquellos tiempos de la matanza de venados. Oraba por ellos. Sufría esa evidencia y me decía: este mundo estará experimentando una extinción masiva, y no soy científica.
Esa noche una chica estudiante leía versos de Neruda:
Pero entonces la sangre fue escondida
detrás de las raíces, fue lavada y negada
(fue tan lejos), la lluvia del Sur la borró de la tierra
(tan lejos fue), el salitre la devoró en la pampa:
y la muerte del pueblo fue como siempre ha sido:
como si no muriera nadie, nada,
como si fueran piedras las que caen
sobre la tierra, o agua sobre el agua.
Hace tiempo no está Chila y dicen: las especies en el mundo amenazadas desaparecen hoy a más de cien veces la tasa natural. Hay destrucción del hábitat y el cambio climático.
Temores crecen
Es probable que 515 especies y hasta 1.000 o menos individuos, desaparezcan pronto. Euan Ritchie de la Universidad de Deakin en Australia dijo: «es una confirmación aún más grave de que estamos destruyendo la vida a un ritmo y escala horribles«.
Ya no es como en las otras extinciones masivas de antes, causadas por erupciones de volcanes o colisiones de asteroides. Dónde estará la culpa. El ecosistema amazónico tiende hacia el colapso. En 2019, un área de bosque primario del tamaño de un campo de fútbol se perdìa cada seis segundos, según el estudio de árboles de más de cinco metros de la Universidad de Maryland. Brasil representó un tercio de esta, su peor pérdida en 13 años, aparte de los enormes picos de incendios en 2016 y 2017.
Y llegamos a la Pandemia actual. En esta coyuntura lo urgente pisoteó a lo estructural.
Estos días sacuden y no dejan repensar en cómo planeamos: cuál será la misión de todos a largo plazo. Por ahora, las políticas públicas se vuelcan por completo a lidiar con la crisis para afrontar las amenazas de la virosis y los cambios económicos. Cuál será la mejor salida posible.
Recuerdo palabras de Heinrich Böol sobre aquellos dias en Odessa: «Eran sólo las cuatro, y no podríamos dormir a causa de los piojos y de las canciones, y también porque temíamos y al mismo tiempo esperábamos que a la mañana siguiente haría buen tiempo para volar y nos llevarían en los aviones a Crimea, donde seguramente moriríamos«.

Cuando estuve en la academia, concentrábamos energías para tratar de ver las evidencias que ayudaran a los más responsables a respaldar sus decisiones. Desde aquellos días, creo que se han dado muchos cambios, incluso indispensables. Sin embargo, no quisiera que lo que sucede ahora, evolucione hacia una de aquellas normalidades en las que nos arrulla la sociedad de consumo, meses en los que dormimos tranquilos entre amenazas permanentes.
Las verdaderas amenazas están ahí y las declaramos parte del paisaje, es normal la contaminación y la pobreza, el maltrato animal y pagarle más barato a las mujeres, aún por trabajos más comprometidos y responsables.
Algunos que defienden la salud, lo hacen como si la economía no fuera algo que nos tocara a todos, la atención en salud es un derecho por la vida que es sagrada, también la economía, todos debemos comer o financiar un techo. Eso es mucho más complejo, el bienestar humano es multidimensional. No es solo supervivirle a la pandemia y continuar, es vida digna y no maltrecha. Escribía un columnista. https://www.eldiario.com.co/opinion/stella-calvoveapues-com/minimo-vital-ambiental-de-agua/
Los economistas ortodoxos y heterodoxos se ven diseminados en esta crisis, aunque hay consenso en que debemos ser proactivos para minimizar el desestimulo en la economía, hablan del estado protector, porque en estos tiempos le transfiere dinero a las personas más vulnerables, porque se debe proteger el empleo y ayudarles a las empresas. Por eso es necesario preguntarnos: ¿Cuáles son las organizaciones públicas necesarias?
Y regreso a los tiempos de Chila la de Apìa y mis abuelos en Marsella. Me hablaron de los sermones de los ministros en la economía del café: dizque las mujeres deberían contribuir más y mejor en la vida productiva, el caso es que buscaban educarlas para ser mejores madres de familia y mejores cocineras. Se hablaba menos de los hombres buenos padres. Querían mujeres invisibles. Mientras tanto en Argentina, Evita y Perón daban pasos hacia un modelo de economía y democracia populista. No sé si eso será bueno, allí había una mujer.
Y habían creado organismos como la Federación de Cafeteros que cobra un impuesto al valorem y contribuciones parafiscales, pero no manejo bien las empresas que creaban con esos fondos públicos y aseguraba exportaciones para negociantes en la bolsa. Muchos ahí se enriquecieron y el asunto quedó oscuro, los finqueros en crisis.
Nuestras ideas después del Covid-19, no deberían fluir como antes hacia una normalidad donde los negocios y la moneda son más importantes que la vida, aquel mundo donde productos como el café, sean solo cuentas de los negocios en la bolsa de Nueva york, Frankfurt, o Londres.

Deberíamos re-orientarnos hacia modelos más sostenibles para el desarrollo. Y entre esos modelos la economía para el cuidado de la vida y el bienestar, con responsabilidades más compartidas y equitativas. La vida es masculina y femenina y variaciones, mujeres y hombres somos responsables y debemos protegernos y garantizar la vida, saber ser libres, sabios y responsables con equidad, apoyarnos para las sostenibilidad y el cuidado de las instituciones, nosotros mismos, la familia, las comunidades, el medio natural y los seres vivos.
5 respuestas a “Cuando el destino nos alcanza”
Muy interesante el artículo. Debemos ahora aunar esfuerzos para en los conversatorios con la gente, sembremos por lo menos la semilla, que haga renacer el cambio de mentalidad que necesitamos, para reconstruir un mejor futuro para todos.
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Hernando. Tambièn hay dudas acerca de los cambios de actitudes y pensamientos que puedan darse tras esta coyuntura. Aseguran, parece muy razonable, que solamente desde la educaciòn y los espacios donde la gente piensa y asume compromisos se genera la transformaciòn. Que es muy probable, tras la vigila, el desborde de las ansiedades que impulsan el consumo irresponsable y el descuido con la vida, las ambiciones y la adoraciòn de la riqueza como el dios de los poderes.
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Yo creo que somos responsables del futuro. De nosotros depende el mañana que queremos dejar a las próximas generaciones.
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Nos regalaron un paraíso y en vez de disfrutarlo lo estamos destruyendo.
Magnífico post querido amigo.
Un abrazo🌹
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Agradecido por tu apreciación. Somos vida que ha de preservar la vida y en eso estamos.
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